sábado, 26 de enero de 2008

Natividad

Natividad
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Despierta y venceras
Serafin Alarcón


Salmo 10:1-6
1 ¿Por qué, SEÑOR, te mantienes distante?
¿Por qué te escondes en momentos de angustia?
2 Con arrogancia persigue el malvado al indefenso,
pero se enredará en sus propias artimañas.


¿Cuanta desgracia, abuso, inestabilidad e injusticias vemos a diario? En verdad son muchas, son demasiadas... Los medios de comunicación se encargan de pintar las paredes de nuestro diario vivir dándonos con lujo de detalle cada uno de esos eventos desgraciados que protagoniza nuestra civilización. En ocasiones los exageran, pero la verdad es que en otras no necesitan añadir mucho... Si, nuestra sociedad y el mundo en el que vivimos se ha globalizado tanto que estamos hoy al tanto de la desgracia nuestra como la de nuestros hermanos al otro lado del mundo. Hambre, guerra, droga, asesinatos, corrupción, persecución política y racial...


En fin, que la impresión generalizada es que los malos nos llevan la delantera a aquellos que aspiramos hacer de nuestra sociedad una más libre y de paz. Vemos como la insolencia de algunos políticos, la burla de las multinacionales y la codicia se han entronizado en la dirección de nuestro planeta. Es más importante perseguir e invadir a países Musulmanes que ir al continente Africano y ayudar a tantas naciones al borde de entrar en coma. El interés de las potencias cada día esta mas a la merced de los grandes de la bolsa de valores y la conciencia de estos anda hipotecada en la mercadería e industria de la guerra y de la muerte. ¿Y que hacemos? Sencillamente cambiar de canal...
¿No has visto como algunos viven de la política y de cómo enriquecerse a cuesta de los pobres? Examinemos nuestra legislatura, examinemos cuales son las prioridades del poder ejecutivo. Escudriñemos aun algunas organizaciones religiosas que su única agenda se ha convertido en odiar y perseguir... Odiar y perseguir sembrando odio, nutriendo al país de mas y más intolerancia y diferencias.


Y me digo, si hiciéramos también marchas para la destrucción de puntos de drogas... Si en vez de cabildear tanto en el capitolio creáramos ministerios que se dediquen a la verdadera restauración del ser humano. Pero no... Parte del pueblo Cristiano a caído en la trampa del sistema y anda entretenido tratando de atrapar mariposas en un bosque cuando tiene dragones incinerando nuestras casas. Es por eso que cuando leo el Salmo antes mencionado en verdad me impaciento, en verdad casi me siento impotente. ¿Señor por qué te mantienes distante? ¿Por qué no empezamos a hacer la diferencia? Pero... Es que estamos demasiado entretenidos en nuestros ¡Aleluya! y ¡Gloria Dios!. Una iglesia contaminada por los mismos agentes patógenos que han infectado al mundo. Si, un virus que hace del evangelio un ejercicio cada día mas y más difícil. Ministerios de prosperidad, ministerios de Súper Fe, Ministerios fundamentalistas extremos, denominación tras denominación separándonos mas en bloques doctrinales y de interpretaciones bíblicas.


Todos somos responsables de hacer de nuestro país y nuestro mundo algo mejor... Es nuestra responsabilidad dejar de poner nuestras energías y recursos en un solo interés. El pecado y como combatirlo, debe ser nuestro norte. Cristo y la persona del Espíritu Santo son El único que en verdad nos dará la salida ante tan oscuro panorama. Iglesia despierta... Si despierta ya, y vencerás...


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domingo, 20 de enero de 2008

Cristo te ama

Cristo te ama
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Siervos o Reverendos
Serafín Alarcón

Galatas 1: 11-24
11 Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; 12 pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.

Cuando uno realiza alguna tarea que nos ha sido encomendada, y esta a su vez es motivo de sospecha por algunos, lo primero que nos dicen o nos preguntan es; ¿Con cual autoridad hacemos eso? Nos interrogan como hicieran con Cristo los fariseos de su tiempo y como también con el apóstol Pablo. Recuerdo aquella ocasión que unos hombres expulsaban demonios en nombre de Cristo y porque no eran discípulos, fueron reprendidos por los de Cristo... -No se lo impidais... Contesto el maestro. Como olvidar la oposición que encontrara Juan el Bautista y aun el mismo joven David cuando le dijo a Saúl que Él enfrentaría al gigante. Y es que son demasiadas las razones que el enemigo infunda cuando alguien es instrumento genuino y fiel a Dios. Pablo en el escrito anterior detalla que la revelación que ha recibido en lo concerniente al evangelio, ha llegado a el desde la mismísima persona de Cristo. Pienso, ¿no debería hoy ser igual?
Claro, si uno tiene llamado para trabajar en la obra uno debe prepararse, uno debe instruirse y probar con buen testimonio que la fe que anuncia es veraz... Pero, ¿que hace a un hombre siervo de Dios? ¿El seminario, posiciones en la iglesia, estudios formales, elocuencia etc.? No. Hermanos meditemos y examinemos las escrituras y descubriremos que pasó con aquellos primeros hombres que fueron llamados al sacerdocio. Había que ser levita, había que ser descendiente de una línea sacerdotal... ¿Y que sucedió?
Se prostituyó el sacerdocio, igual que hoy en día.

Por eso Dios levantó jueces y profetas, los sacó del mismo ceno del pueblo dándoles autoridad y poder. Hoy día el llamado a ser pastor se ha profesionalizado, al punto que tienen estudiantes en las universidades haciendo maestrías en divinidad con maestros de teología sencillamente académicos y sin llamado... Una formación que inconscientemente va creando expectativas del evangelio erróneo y en ocasiones anti biblica. Por supuesto que no todos son así, gloria a Dios por eso. Oro al Padre, que aquellos hombres y mujeres que alegan tener un llamado para pastorear, para ser misioneros, evangelistas y aun sacerdotes tengan en cuanta que su compromiso mayor es con Cristo y con el servicio al prójimo. Que el evangelio no es una profesión, y mucho menos un negocio. El evangelio y la verdadera religión según Santiago es el servicio y nunca lo debemos olvidar. A veces me pregunto si la poca efectividad que tienen algunos ministerios es precisamente por gente que solo aspira una vida cómoda y holgada, olvidando su voto de entrega total a los mas necesitados.

Cristo demanda de nosotros y aun a los laicos, a darlo todo a los pobres, a entregar nuestros dones y talentos para el único propósito de engrandecer la obra de la iglesia en la tierra.

Concluyo, afirmando que no es vital si vas o no al seminario, si eres líder laico, o si eres graduado de una universidad con muchos títulos... Lo importante es que no seamos reacios a dejarnos dirigir por la única persona que en verdad lo puede hacer de manera sobrenatural; Cristo y la Persona del Espíritu Santo. Así que no os hagáis ser llamados Reverendos, pues el único digno de total reverencia es Dios. No hagáis alarde de ser llamados Profetas, Apóstoles, Obispos y aun Maestros; Llevad un solo nombre, un solo titulo: Siervos

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jueves, 17 de enero de 2008

Melancolia politica

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Una epidemia milenaria...
Serafín Alarcón


Hay una enfermedad, una epidemia de nuestros días que no recibe la atención que debería... No es considerada como un problema de salud publica y sin embargo día tras día va añadiendo a sus estadísticas personas infectadas. ¿Su nombre? El Odio. Y bueno, no existen investigaciones sanitarias sobre la prevención de esta, no existe un diagnostico certero... Su tratamiento hasta el momento sin duda ha sido pobre. Cuando uno prende la radio se expone a ser contaminado. Si prendes el televisor igual. Si lees el periódico, una publicación en la Web, ni hablar. Gente que respira y suda odio y rencor... Indigestadas por tantas raíces de amargura y por tanto vació existencial van por la vida tratando de contagiar a otros con sus palabras, gestos y miradas. Si echamos un vistazo a los medios de comunicación, comprobamos que el odio o, más bien, las consecuencias del mismo, nutren un gran número de sus noticias. Si miramos con detenimiento lo que algunas personas hablan o de lo que hablan descubriremos fácilmente cuales son las inclinaciones de su alma... Odio por doquier, rencor a toda cuesta. Pequeñas bombas contaminando los aires con sus palabras llenas de arrogancia y desdén. Hermanos, el odio es una enfermedad social que afecta la salud mental y espiritual de un país.


El sujeto que odia persigue y si lo dejan se persigue... Este no se conforma con ser infeliz hasta que no muerde a alguien en el día. Su pensamiento y sus acciones van solamente dirigidas a no comer y tampoco dejar comer a otros. Todo lo ensucia con sus epítetos, todo lo mancha con el estupo que a continuo sale de su boca. Estas personas con sus pensamientos y acciones destruyen como ciclones todo lo que encuentran a su paso. Generan discordia y la controversia es su mejor entretenimiento. Al proyectar su odio, lo que suele generar es un doble problema de salud: en el mismo y en la persona odiada.
Esta terrible enfermedad orientada solo a la destrucción; incluye la mentira, el rencor, violencia, lascivia, borracheras, abuso de drogas, depresión, baja autoestima, inseguridad, temor, insatisfacción, envidia y auto destrucción como parte de su cuadro patológico. Para este el insulto es valido, la insensibilidad es cotidiana. Usa la mentira para ganar adeptos y justificar pensamientos y acciones violentas y mal sanas. Hay personas que odiar son lo que mejor saben hacer y en su práctica agudizan su condición al punto de convertirse en un vicio aun peor que la heroína.


El odio es un cáncer, un sentimiento irracional encubado en un sujeto excesivamente poseído y convencido por su razón y su visión egocéntrica de las cosas y el mundo que le rodea. Esta enfermedad ha producido sujetos como: Stalin, Hitler, Musolini, Franco, ¿y por que no? George Bush...
Personajes como estos siempre están a la defensiva y cuando reciben amor suelen responder desesperados y resuelven con traición. En ellos se generan volcanes violentos y por lo tanto, tiene que ser abordado este tema con seriedad y sin duda todos debemos poner atención cuando las señales sean detectadas.

El Odio es un problema de salud. Si, lo es... Y como cualquier problema de salud pública estamos obligados a hacer nuestra parte, es nuestra responsabilidad como ciudadanos no fomentar la discusión febril y fronteriza. Hagamos planteamientos inteligentes y respetuosos y obviemos el insulto y la diatriba de aquellos que lamentablemente hayan sido infectados.
Hay que buscar estrategias de prevención. Estas deben enfocarse en descubrir las causas del malestar que genera el odio, supongo que los psicólogos, los sacerdotes, pastores, maestros, profesores, jueces, policías, médicos, enfermeras, gente que provee servicios, comunicadores, usted y yo podríamos ayudar en algo. En fin, hagamos nuestra parte para luchar contra esta epidemia que persigue el corazón de la humanidad desde tiempos milenarios, rompamos hoy por fin con esa predisposición al egoísmo y la insensibilidad hacia el prójimo. Pongamos nuestras vidas en las manos de aquel que un día dio su vida por amor perdonando todos aquellos que le odiaban. Jesucristo es su nombre.


Lucas 23:34
Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.


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Un verdadero encuentro con Jesús

Serafín Alarcón

Lucas 5:12-15

Jesús sana a un leproso

12 Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, el cual, viendo a Jesús, se postró con el rostro en tierra y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
13 Entonces, extendiendo él la mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante la lepra se fue de él.
14 Y él le mandó que no lo dijese a nadie; si no ve, le dijo, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación, según mandó Moisés, para testimonio a ellos.
15 Pero su fama se extendía más y más; y se reunía mucha gente para oírle, y para que les sanase de sus enfermedades.


Un encuentro con Jesús provoca una crisis, hace que brote de nuestros corazones el obligado reconocimiento de nuestra triste condición de pecado y necesidad de reconciliación. Las personas existimos entre dos extremos vivénciales, entre la duda y la fe. Y claro, cuando la fe esta en todo su esplendor nuestra vida sin duda arroja piedrecillas como la que uso David cuando derribo el gigante. Mas, hay otras circunstancias en donde la duda gobierna hasta nuestra voluntad para levantarnos de una cama. Digo, ¿Qué buena pieza de oro no ha sido pasada por fuego antes? No podemos proclamar fe genuina sin saber cual es el sabor de una prueba. En esta historia Jesús tiene un encuentro con un hombre intocable... Casi sin tomar otra consideración Jesús responde al llamado de aquel leproso y atiende su suplica; -Señor, si quieres, puedes limpiarme... Sin preocuparse de ser contaminado pasa a tocar y bendecir aquel hombre esclavo de tan terrible enfermedad.


Jesús acostumbra llegar a nuestras vidas así, sin que nos demos cuenta. En un abrir y cerrar de ojos había sido liberado de tantos años de desprecio, dolor, y miseria. ¿Quién no recuerda al ciego Bartimeo? En esta ocasión es Jesús quien hace la pregunta: ¿Qué quieres que te haga? Y bueno, sea que pregunte o que nos adelantemos Cristo nunca impone su voluntad para bendecirnos, solo busca que sea saciada nuestra sed existencial. Hay que saber pedir como para saber dar... El leproso dio su corazón cuando puso su rostro en tierra, cuando se humillo y no temió de rogar públicamente. Un verdadero encuentro con Cristo nos desnuda, uno genuino nos limpiara de toda huella del pasado. De alguna manera, Jesús pone en nuestros corazones esa necesidad de tener que admitir aun nuestra lepra espiritual. ¿Es nuestra vida todo lo que debe ser? ¿Qué Dios desea hacer con nosotros? ¿Habrá una oportunidad para ser libre en verdad? El leproso no tuvo problemas para ser sanado, no dudaba que en Jesús había el suficiente poder para ser libre. En ocasiones se han levantado en nuestras mentes altas paredes de amargura, tan altas de escalar que cuando decidimos hacerlo es demasiado para la vista...
Sin embargo, cuando nuestro encuentro con Cristo es real y verdadero nuestra fe no mengua, ni se hace presa de la desilusión. No, la prueba hace de nosotros una persona aun más convencida de que Dios actuara en su momento y no según nuestro capricho inmediato por más doloroso que nos sea. El Señor demanda de nosotros una sola cosa; Fe. Demanda confianza tal que nos revele y nos obligue admitir nuestra insuficiencia.

¿Cuántos años habría estado esperando aquel leproso? Y nosotros nos quejamos porque no salieron las cosas como habíamos esperado, aun habiendo orado... ¿Tiene Dios que sujetarse a nuestro tiempo? ¿ Sabemos porque permite una enfermedad o alguna limitación? ¿Quiénes somos para reprocharle? Amados, es en esa triste encrucijada cuando entramos en confrontación con Dios. Comienza el principio de una segura caída. Por nuestras fuerzas decidimos quitarnos la prueba como cuando uno se desprende de una camisa o un pantalón. Si, como si fuese así de fácil... Cambiamos el dolor inmediato y lo usamos como excusa para convertirnos en seres amargados, tristes y sobre todo insensibles. Esa confrontación entre nuestro reloj, entre nuestra voluntad y la de Él nos pone constantemente a la defensiva. Y olvidamos pues, que somos pecadores, nuestro espacio inmediato nos delata y sin embargo... Hermanos, no se trata de subestimar nuestros talentos y mucho menos de sobreestimarlos. Somos seres inteligentes y también espirituales aunque no nos guste admitirlo.



Un verdadero encuentro con Jesús también nos compromete a proclamarlo. Observemos que una vez el leproso es sanado, Jesús le pide que solo vaya al sacerdote, que no se lo diga a nadie. Mas, el resultado final fue que cada día mas gente sabía de Él. Reconozcamos nuestra condición, dejemos que Cristo nos limpie de toda lepra, para él no hay imposible. El temor y la duda deben hoy por fin desaparecer y no temamos en anunciar a otros lo que Jesucristo ha hecho en nuestras vidas. Un verdadero encuentro con Cristo implica que habrá renuncia de nuestro orgullo, de nuestras viejas formas de ver y de interpretar la vida. Pidamos que nos revele cual es su voluntad, que nos dé la inteligencia espiritual para enfrentar aun las pruebas del porvenir. Que el temor desaparezca y que por fin hallemos libertad en su mirada. Hoy Dios nos invita a reconsiderar lo que hemos hecho hasta hoy. A aceptar su consejo oportuno. ¿Sabes cuantos intentos hace a diario para que igual que aquel leproso de dos mil años atrás, recibas por fin la sanidad?

Acepta su invitación, dile también; Señor, si quieres, puedes limpiarme.

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viernes, 11 de enero de 2008

El gozo del Señor

El gozo del Señor
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COMO NO CREER EN DIOS...
Wilmer Lazo Aquino


Yo te llevo desde niño muy adentro
te he encontrado en el pájaro y la flor,
en la lluvia, en la tierra y el silencio,
y en mis sueños cada noche estabas tú.
Desde entonces, quiero darte siempre gracias
porque puedo darme cuenta de tu amor,
beberé de tu cuerpo y de tu sangre,
y por siempre te daré mi corazón.
Como no creer en Dios
si me ha dado los hijos y la vida.
Como no creer en Dios
si me ha dado la mujer querida.
Como no creer en Dios
si lo siento en mi pecho a cada instante
en la risa de un niño por la calle
o en la tierna caricia de una madre.
Como no creer en Dios
si está en las viñas y en el manso trigo.
Como no creer en Dios
si me dio la mano abierta de un amigo
Como no creer en Dios
si me ha dado la tristeza y la alegría
de saber que hay un mañana cada día,
por la fe, por la esperanza y el amor.
Como no creer en Dios.


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Dios no te preguntará
Alberto Hurtado


Dios no te preguntará qué modelo de
auto usabas;te preguntará a cuánta gente llevaste.
Dios no te preguntará los metros
cuadrados de tu casa; te preguntará a cuánta gente
recibiste en ella.

Dios no te preguntará la marca de la
ropa en tu armario; te preguntará a cuántos ayudaste
a vestirse.
Dios no te preguntará cuán alto era
tu sueldo; te preguntará si vendiste tu conciencia
para obtenerlo.
Dios no te preguntará cuál era tu
título; te preguntará si hiciste tu trabajo con lo
mejor de tu capacidad.
Dios no te preguntará cuántos amigos
tenías; te preguntará cuánta gente te consideraba su
amigo.
Dios no te preguntará en qué
vecindario vivías; te preguntará cómo tratabas a tus
vecinos.
Dios no te preguntará el color de tu
piel; te preguntará por la pureza de tu interior.
Dios no te preguntará por qué
tardaste tanto en buscar la Salvación; te llevará
con amor a tu casa en el Cielo y no a las puertas
del Infierno.
Dios no te preguntará a cuántas
personas enviaste este mensaje; te preguntará si te
dio vergüenza hacerlo.
DIOS NO ACUSA; SOLO TE PIDE QUE
PREDIQUES CON EL EJEMPLO...


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¿Qué Dios quiere de ti?
Serafín Alarcón


¿Sabes lo que Dios quiere de ti?
Dios no necesita tu dinero; Él es el dueño del oro y de la plata.
Dios quiere de ti que uses tus tesoros ejerciendo piedad con tus hermanos...
Dios no necesita tus títulos o tu alta posición en la sociedad; Él es el Rey del universo.
Dios quiere de ti que pongas los talentos y los dones que te ha dado al servicio de los mas necesitados.
Dios no necesita tu belleza exterior; En El se resume toda la hermosura de la vida.
Dios quiere de ti que igualmente tu espíritu la tenga.
Dios no necesita que hagas sacrificios; El ya fue por ti y por mí a la cruz.
Dios quiere de ti total entrega y fidelidad.
Dios no necesita que seas él mas fuerte; Él es el único fuerte y grande en verdad.
Dios quiere de ti que seas humilde y reconozcas tu insuficiencia.
En fin, ¿sabes lo que Dios quiere de ti?
Tu cuerpo, tu mente y por sobre todo; Tu espíritu.


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No estas solo
Serafín Alarcón


¡No estás solo! Aunque sufras la indiferencia y el abandono de los que te rodean, no estás solo, Dios no te da la espalda, y aunque el enemigo sugiere te des por vencido, no lo escuches, no consientas a su voz que tiene como único propósito humillarte y destruirte.


¡No estás solo!, no lo estas. Cristo dijo: "Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo", no es hombre que mienta ni hijo de hombre para que se arrepienta... Tus manos estén firmes en el timón de la vida, tu mirada solo puesta en Cristo... Y si te faltan fuerzas y sientes que no puedes más, clama a Él y seguro te responderá. Depende solo del amor de Jesús, deja que te rodee su paz, inundando tu vida con renovadas fuerzas para continuar. No se te olvide hermano, ¡no estás solo! Recuérdalo y toma fuerzas en las palabras del salmista cuya fe en el Señor y sus promesas se hacen hoy vigentes. No estas solo, no lo estas... "Aunque mi padre y mi madre me dejaren, Jehová con todo me recogerá".


¡No estás solo! Sean tus maestros el Espíritu Santo y las sagradas escrituras, sean tu escudo y armadura la gracia y la fe en tu Señor. Aprende a cada día ponerte en la presencia de Dios, aprende a escuchar cuando habla a tu interior y vencerás. Si las penas y el dolor perturban tu existencia, si la prueba casi te hace desmayar, mira dentro de ti muy en lo profundo y ve que Dios está contigo, no estas solo. Halla el valor de continuar en cada verso que lees en la Biblia. Mantenerse no es cosa fácil, lo sé, pero si te agarras fuerte de las promesas de tu Salvador, alcanzarás la meta; vencerás todos los obstáculos que el enemigo ha puesto en tu camino y llegarás, aunque todos te hallan abandonado...
Algo es seguro, no estas solo y Jesús jamas te dejará.


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domingo, 6 de enero de 2008

Tablitas del Señor- Dos poemas y reflexiones - S.Alarcón

Los reyes
Tablitas del Señor - Dos poemas y Reflexiones


Abrázame
Serafín Alarcón

Abrázame fuerte hasta
que no pueda respirar...
Abrázame sí, tan fuerte
que mi alma nunca mas
vuelva a naufragar...
Y regálame un: Te amo.
Dibújame un: Te quiero.

La gente dice que no debo
tomar en cuenta tu opinión,
¿Qué opinas?

Y, por eso yo ya me voy, no
quiero tener nada que ver
con esta carrera de indigestión
intelectual.

Ah, mis compañeros se ríen, sé
mofan porque anhelo tu
abrazo.

Junto a tu pecho me calmaré,
allí junto a ti yo dormiré...
Que anhelo esa sonrisa
dibujada en cada fibra de mí
piel.

Abrázame, abrázame muy
fuerte, él frió de las calles me
congela, el desamor de muchos
casi me condena.

Abrázame fuerte y pinta en
mi carita el placer de conocerte.
Hazme un lugar, uno pequeñito
allí junto a tu pecho y por fin
descansaré.

El mundo me sugiere que no
sepa, que no escuche tu voz
en mi interior...
Me dicen que no te escuche, que
cierre las puertas al amor...

Y, por eso ya me voy... Los dejo
ágora y corro la cortina del
vivir para que a todos alumbre.

No saben que es amar, no lo
pueden saber...
No te han conocido.

Abrázame fuerte, tan fuerte
que no pueda respirar...

Abrázame.

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Allí estaré
Serafín Alarcón

Me duele la vista y me duele
aun la vida cuando veo lo
que has hecho...

Amado, mi amado sueño...

Y te di un jardín lleno de flores
y del que has hecho...
Y soy testigo de cada uno de
tus tropiezos.

Miro en la pared de mis
recuerdos eternos y allí té
veo destruyendo el barro de
donde te hice, de donde un
día te cree.

Sin mí... Solo tuyo soy; y sin
embargo...

Humanidad querida me pinto
de rojo la palma de las manos
y los pies, de púrpura y agua
en él costado... Colgado por ti...
Negado y traicionado.

Y que viva la ciencia, y que
viva el arte y la tecnología...

Que vivan tus obras maestras,
Que vivan tus elocuentes
mentiras, que no se apaguen
tus guerras dispuestas a destruirlo
todo en una hora o en un día.

Me duele la vista, me duelen las
pupilas cuando te veo secuestrado
por lo vil y por lo obsceno.

Te conozco de otra vida, sé lo que
se asoma seguro en tu ventana, sé
que has cambiado la fe por tinieblas,
Sé que prefieres la oscuridad de
la que un día té libré.

Si,, me duele, me duele verte así...
Si me llamaras, si buscaseis, sí té
acordaras...

Allí estaré.


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El Buen Samaritano.
Serafín Alarcón

Pero un samaritano que iba de camino, vino cerca de él y, al verlo, fue movido a misericordia.
Lucas 10:33

El sol empezaba a desaparecer en el horizonte después de un largo día de trabajo cuando mi auto decidió no caminar mas. Llovía y el sol se despedía. "Ahora si que se puso la cosa buena", me dije. Sin luz, lloviendo y el carro sin prender. Entonces oré y pedí al Padre me ayudase. Al pasar los minutos de haber orado mi fe comenzaba a menguar... Me preguntaba cuanto tiempo estaría en aquella oscura y peligrosa autopista. De pronto una luz en la parte posterior alumbró todo. Aunque estaba lloviendo y ya era de noche alguien se detuvo para ayudar. Un Policía. Un policía se bajo de su patrulla y vino hasta mi auto y me dijo:

-¿Hermano, que sucede?

- Se apago el carro y no quiere prender. No sé que será...

Entonces me dijo que abriera el bonete de carro. Y aun bajo la lluvia se dirigió para ver sí hacia algo. Yo permanecí dentro del carro mientras él trataba de hacer algo que en verdad aun hoy no sé que sería.

- Préndelo. Comento.

Un milagro. Si, el auto se encendió de un solo toque.

-¿Que le hizo? Pregunte.

- Yo era mecánico antes... Vallase rápido para su casa, que esta lluvia no va a cesar...

Ya de regreso a casa meditaba como aquel hombre bajo aquella lluvia y arriesgando su vida me ayudo y ni siquiera tuve que bajar del auto. Gracias a que él se preocupó de mi necesidad, pude ver la parábola de Jesús puesta en acción por un buen samaritano moderno. Gracias a aquel buen samaritano que Dios usó pude regresar a mi hogar sano y salvo.
¿Me pregunto si reconocemos las oportunidades que Dios nos da para desempeñar el papel del buen samaritano ante quienes nos rodean? Oremos y pidamos a Cristo que nos mueva a compasión cuando nos encontremos con quienes necesitan ayuda.

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El Señor se ha compadecido de nosotros
De los sermones de San Agustín.
Sermón 23 A,1-4: CCL 41, 321-323

Dichosos nosotros, si llevamos a la práctica lo que escuchamos y cantamos. Porque cuando escuchamos es como si sembráramos una semilla, y cuando ponemos en práctica lo que hemos oído es como si esta semilla fructificara. Empiezo diciendo esto, porque quisiera exhortaros a que no vengáis nunca a la iglesia de manera infructuosa, limitándoos sólo a escuchar lo que allí se dice, pero sin llevarlo a la práctica. Porque, como dice el Apóstol, estáis salvados por su gracia, pues no se debe a las obras, para que nadie pueda presumir. No ha precedido, en efecto, de parte nuestra una vida santa, cuyas acciones Dios haya podido admirar, diciendo por ello: «Vayamos al encuentro y premiemos a estos hombres, porque la santidad de su vida lo merece». A Dios le desagradaba nuestra vida, le desagradaban nuestras obras; le agradaba, en cambio, lo que él había realizado en nosotros. Por ello, en nosotros, condenó lo que nosotros habíamos realizado y salvó lo que él había obrado.

Nosotros, por tanto, no éramos buenos. Y, con todo, él se compadeció de nosotros y nos envió a su Hijo a fin de que muriera, no por los buenos, sino por los malos; no por los justos, sino por los impíos. Dice, en efecto, la Escritura: Cristo murió por los impíos. Y ¿qué se dice a continuación? Apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir. Es posible, en efecto, encontrar quizás alguno que se atreva a morir por un hombre de bien; pero por un inicuo, por un malhechor, por un pecador, ¿quién querrá entregar su vida, a no ser Cristo, que fue justo hasta tal punto que justificó incluso a los que eran injustos?

Ninguna obra buena habíamos realizado, hermanos míos; todas nuestras acciones eran malas. Pero, a pesar de ser malas las obras de los hombres, la misericordia de Dios no abandonó a los humanos. Y Dios envió a su Hijo para que nos rescatara, no con oro o plata, sino a precio de su sangre, la sangre de aquel Cordero sin mancha, llevado al matadero por el bien de los corderos manchados, si es que debe decirse simplemente manchados y no totalmente corrompidos. Tal ha sido, pues, la gracia que hemos recibido. Vivamos, por tanto, dignamente, ayudados por la gracia que hemos recibido y no hagamos injuria a la grandeza del don que nos ha sido dado. Un médico extraordinario ha venido hasta nosotros, y todos nuestros pecados han sido perdonados. Si volvemos a enfermar, no sólo nos dañaremos a nosotros mismos, sino que seremos además ingratos para con nuestro médico.

Sigamos, pues, las sendas que él nos indica e imitemos, en particular, su humildad, aquella humildad por la que él se rebajó a sí mismo en provecho nuestro. Esta senda de humildad nos la ha enseñado él con sus palabras y, para darnos ejemplo, él mismo anduvo por ella, muriendo por nosotros. Para poder morir por nosotros, siendo como era inmortal, la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. Así el que era inmortal se revistió de mortalidad para poder morir por nosotros y destruir nuestra muerte con su muerte.

Esto fue lo que hizo el Señor, éste el don que nos otorgó. Siendo grande, se humilló; humillado, quiso morir; habiendo muerto, resucitó y fue exaltado para que nosotros no quedáramos abandonados en el abismo, sino que fuéramos exaltados con él en la resurrección de los muertos, los que, ya desde ahora, hemos resucitado por la fe y por la confesión de su nombre. Nos dio y nos indicó, pues, la senda de la humildad. Si la seguimos, confesaremos al Señor y, con toda razón, le daremos gracias, diciendo: Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias, invocando tu nombre.

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No estas deprimido...
Facundo Cabral

No estás deprimido, estás distraído, distraído de la vida que puebla.
Distraído de la vida que te rodea: delfines, bosques, mares, montañas, ríos. No caigas en lo que cayó tu hermano, que sufre por un ser humano cuando en el mundo hay 5,600 millones. Además no es tan malo vivir solo.
Yo la paso bien, decidiendo a cada instante lo que quiero hacer, y gracias a la soledad me conozco, algo fundamental para vivir.
No caigas en lo que cayó tu padre, que se siente viejo porque tiene 70 años, olvidando que Moisés dirigía el éxodo a los 80 y Rubinstein interpretaba como nadie Chopin a los 90. Solo por citar dos casos conocidos.

No estás deprimido, estás distraído, por eso crees que perdiste algo, lo que es imposible, porque todo te fue dado. No hiciste ni un solo pelo de tu cabeza por lo tanto no puedes ser dueño de nada. Además, la vida no te quita cosas, te libera de cosas. Te aliviana para que vueles mas alto, para que alcances la plenitud. De la cuna a la tumba es una escuela, por eso lo que llamas problemas son lecciones.
No perdiste a nadie, el que murió simplemente, se nos adelantó, porque para >allá vamos todos. Además lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón. Quién podría decir que Jesús está muerto? No hay muerte: hay mudanza. Y del otro lado te espera gente maravillosa: Gandhi, Michelangelo, Whitman, San Agustín, la Madre Teresa, tu abuela y mi madre, que creía que la pobreza está más cerca del amor, porque el dinero nos distrae con demasiadas cosas, y nos aleja por que nos hace desconfiados.
Haz sólo lo que amas y serás feliz, y el que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito, que llegará cuando deba llegar, porque lo que debe ser será, y llegará naturalmente. No hagas nada por obligación ni por compromiso, sino por amor. Entonces habrá plenitud, y en esa plenitud todo es posible. Y sin esfuerzo porque te mueve la fuerza natural de la vida, la que me levantó cuando se cayó el avión con mi mujer y mi hija; la que me mantuvo vivo cuando los médicos me diagnosticaban 3 ó 4 meses de vida.

Dios te puso un ser humano a cargo, y eres tú mismo. A ti debes hacerte libre y feliz, después podrás compartir la vida verdadera con los demás.
Recuerda a Jesús: "Amarás al prójimo como a ti mismo". Reconcíliate contigo, ponte frente al espejo y piensa que esa criatura que estás viendo es obra de Dios; y decide ahora mismo ser feliz porque la felicidad es una adquisición.
Además, la felicidad no es un derecho sino un deber, porque si no eres feliz, estás amargando a todos los que te aman. Un solo hombre que no tuvo ni talento ni valor para vivir, mandó a matar seis millones de hermanos judíos.

Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo. Tenemos para gozar la nieve del invierno y las flores de la primavera, el chocolate de la Perugia, la baguette francesa, los tacos mexicanos, el vino chileno, los mares y los ríos, el fútbol de los brasileiros, Las Mil y Una Noches, la Divina Comedia, el Quijote, el Pedro Páramo, los boleros de Manzanero y las poesías de Whitman, Mahler, Mozart, Chopin, Bethoven, Caravaggio, Rembrant, Velásquez, Picasso y Tamayo entre tantas maravillas.
Y si tienes cáncer o sida, pueden pasar dos cosas y las dos son buenas; si te gana, te libera del cuerpo que es tan molesto: tengo hambre, tengo frío, tengo sueño, tengo ganas, tengo razón, tengo dudas....y si le ganas, serás humilde, más agradecido, por lo tanto fácilmente feliz.

Libre del tremendo peso de la culpa, la responsabilidad, y la vanidad, dispuesto a vivir cada instante profundamente como debe ser.
No estás deprimido, estás desocupado. Ayuda al niño que te necesita, ese niño será socio de tu hijo. Ayuda a los viejos, y los jóvenes te ayudarán cuando lo seas. Además, el servicio es una felicidad segura, como gozar a la naturaleza y cuidarla para el que vendrá. Da sin medida y te darán sin medidas.
Ama hasta convertirte en lo amado, más aún hasta convertirte en el mismísimo amor.
Y que no te confundan unos pocos homicidas y suicidas, el bien es mayoría pero no se nota porque es silencioso, una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que le destruya hay millones de caricias que alimenta a la vida.

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Mi Religion
Miguel de Unamuno

Me escribe un amigo desde Chile diciéndome que se ha encontrado allí con algunos que, refiriéndose a mis escritos, le han dicho: "Y bien, en resumidas cuentas, ¿cuál es la religión de este señor Unamuno?" Pregunta análoga se me ha dirigido aquí varias veces. Y voy a ver si consigo no contestarla, cosa que no pretendo, sino plantear algo mejor el sentido de la tal pregunta.
Tanto los individuos como los pueblos de espíritu perezoso —y cabe pereza espiritual con muy fecundas actividades de orden económico y de otros órdenes análogos— propenden al dogmatismo, sépanlo o no lo sepan, quiéranlo o no, proponiéndose o sin proponérselo. La pereza espiritual huye de la posición crítica o escéptica.

Escéptica digo, pero tomando la voz escepticismo en su sentido etimológico y filosófico, porque escéptico no quiere decir el que duda, sino el que investiga o rebusca, por oposición al que afirma y cree haber hallado. Hay quien escudriña un problema y hay quien nos da una fórmula, acertada o no, como solución de él.

En el orden de la pura especulación filosófica, es una precipitación el pedirle a uno soluciones dadas, siempre que haya hecho adelantar el planteamiento de un problema. Cuando se lleva mal un largo cálculo, el borrar lo hecho y empezar de nuevo significa un no pequeño progreso. Cuando una casa amenaza ruina o se hace completamente inhabitable, lo que procede es derribarla, y no hay que pedir se edifique otra sobre ella. Cabe, sí, edificar la nueva con materiales de la vieja, pero es derribando antes ésta. Entretanto, puede la gente albergarse en una barraca, si no tiene otra casa, o dormir a campo raso.
Y es preciso no perder de vista que para la práctica de nuestra vida, rara vez tenemos que esperar a las soluciones científicas definitivas. Los hombres han vivido y viven sobre hipótesis y explicaciones muy deleznables, y aun sin ellas. Para castigar al delincuente no se pusieron de acuerdo sobre si éste tenía o no libre albedrío, como para estornudar no reflexiona uno sobre el daño que puede hacerle el pequeño obstáculo en la garganta que le obliga al estornudo.

Los hombres que sostienen que de no creer en el castigo eterno del infierno serían malos, creo, en honor de ellos, que se equivocan. Si dejaran de creer en una sanción de ultratumbas no por eso se harían peores, sino que entonces buscarían otra justificación ideal a su conducta. El que siendo bueno cree en un orden trascendente, no tanto es bueno por creer en él cuanto que cree en él por ser bueno. Proposición ésta que habrá de parecer oscura o enrevesada, estoy de ello cierto, a los preguntones de espíritu perezoso.

Y bien, se me dirá, "¿Cuál es tu religión?" Y yo responderé: mi religión es buscar la verdad en la vida y la vida en la verdad, aun a sabiendas de que no he de encontrarlas mientras viva; mi religión es luchar incesante e incansablemente con el misterio; mi religión es luchar con Dios desde el romper del alba hasta el caer de la noche, como dicen que con Él luchó Jacob. No puedo transigir con aquello del Inconocible —o Incognoscible, como escriben los pedantes— ni con aquello otro de "de aquí no pasarás". Rechazo el eterno ignorabimus. Y en todo caso, quiero trepar a lo inaccesible.

"Sed perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto", nos dijo el Cristo, y semejante ideal de perfección es, sin duda, inasequible. Pero nos puso lo inasequible como meta y término de nuestros esfuerzos. Y ello ocurrió, dicen los teólogos, con la gracia. Y yo quiero pelear mi pelea sin cuidarme de la victoria. ¿No hay ejércitos y aun pueblos que van a una derrota segura? ¿No elogiamos a los que se dejaron matar peleando antes que rendirse? Pues ésta es mi religión.

Ésos, los que me dirigen esa pregunta, quieren que les dé un dogma, una solución en que pueda descansar el espíritu en su pereza. Y ni esto quieren, sino que buscan poder encasillarme y meterme en uno de los cuadriculados en que colocan a los espíritus, diciendo de mi: es luterano, es calvinista, es católico, es ateo, es racionalista, es místico, o cualquier otro de estos motes, cuyo sentido claro desconocen, pero que les dispensa de pensar más. Y yo no quiero dejarme encasillar, porque yo, Miguel de Unamuno, como cualquier otro hombre que aspire a conciencia plena, soy una especie única. "No hay enfermedades, sino enfermos", suelen decir algunos médicos, y yo digo que no hay opiniones, sino opinantes.
En el orden religioso apenas hay cosa alguna que tenga racionalmente resuelta, y como no la tengo, no puedo comunicarla lógicamente, porque sólo es lógico y transmisible lo racional. Tengo, sí, con el afecto, con el corazón, con el sentimiento, una fuerte tendencia al cristianismo sin atenerme a dogmas especiales de esta o de aquella confesión cristiana. Considero cristiano a todo el que invoca con respeto y amor el nombre de Cristo, y me repugnan los ortodoxos, sean católicos o protestantes —éstos suelen ser tan intransigentes como aquéllos— que niegan cristianismo a quienes no interpretan el Evangelio como ellos. Cristiano protestante conozco que niega el que los unitarios sean cristianos.

Confieso sinceramente que las supuestas pruebas racionales —la ontológica, la cosmológica, la ética, etcétera— de la existencia de Dios no me demuestran nada; que cuantas razones se quieren dar de que existe un Dios me parecen razones basadas en paralogismos y peticiones de principio. En esto estoy con Kant. Y siento, al tratar de esto, no poder hablar a los zapateros en términos de zapatería.

Nadie ha logrado convencerme racionalmente de la existencia de Dios, pero tampoco de su no existencia; los razonamientos de los ateos me parecen de una superficialidad y futileza mayores aún que los de sus contradictores. Y si creo en Dios, o, por lo menos, creo creer en Él, es, ante todo, porque quiero que Dios exista, y después, porque se me revela, por vía cordial, en el Evangelio y a través de Cristo y de la Historia. Es cosa de corazón.

Lo cual quiere decir que no estoy convencido de ello como lo estoy de que dos y dos hacen cuatro.

Si se tratara de algo en que no me fuera la paz de la conciencia y el consuelo de haber nacido, no me cuidaría acaso del problema; pero como en él me va mi vida toda interior y el resorte de toda mi acción, no puedo aquietarme con decir: ni sé ni puedo saber. No sé, cierto es; tal vez no pueda saber nunca, pero "quiero" saber. Lo quiero, y basta.

Y me pasaré la vida luchando con el misterio y aun sin esperanza de penetrarlo, porque esa lucha es mi alimento y es mi consuelo. Sí, mi consuelo. Me he acostumbrado a sacar esperanza de la desesperación misma. Y no griten ¡Paradoja! los mentecatos y los superficiales.

No concibo a un hombre culto sin esta preocupación, y espero muy poca cosa en el orden de la cultura —y cultura no es lo mismo que civilización— de aquellos que viven desinteresados del problema religioso en su aspecto metafísico y sólo lo estudian en su aspecto social o político. Espero muy poco para el enriquecimiento del tesoro espiritual del género humano de aquellos hombres o de aquellos pueblos que por pereza mental, por superficialidad, por cientificismo, o por lo que sea, se apartan de las grandes y eternas inquietudes del corazón. No espero nada de los que dicen: "¡No se debe pensar en eso!"; espero menos aún de los que creen en un cielo y un infierno como aquel en que creíamos de niños, y espero todavía menos de los que afirman con la gravedad del necio: "Todo eso no son sino fábulas y mitos; al que se muere lo entierran, y se acabó". Sólo espero de los que ignoran, pero no se resignan a ignorar; de los que luchan sin descanso por la verdad y ponen su vida en la lucha misma más que en la victoria.

Y lo más de mi labor ha sido siempre inquietar a mis prójimos, removerles el poso del corazón, angustiarlos, si puedo. Lo dije ya en mi Vida de Don Quijote y Sancho, que es mi más extensa confesión a este respecto. Que busquen ellos, como yo busco; que luchen, como lucho yo, y entre todos algún pelo de secreto arrancaremos a Dios, y, por lo menos, esa lucha nos hará más hombres, hombres de más espíritu.

Para esta obra —obra religiosa— me ha sido menester, en pueblos como estos pueblos de lengua castellana, carcomidos de pereza y de superficialidad de espíritu, adormecidos en la rutina del dogmatismo católico o del dogmatismo librepensador o cientificista, me ha sido preciso aparecer unas veces impúdico e indecoroso, otras duro y agresivo, no pocas enrevesado y paradójico. En nuestra menguada literatura apenas se le oía a nadie gritar desde el fondo del corazón, descomponerse, clamar. El grito era casi desconocido. Los escritores temían ponerse en ridículo. Les pasaba y les pasa lo que a muchos que soportan en medio de la calle una afrenta por temor al ridículo de verse con el sombrero por el suelo y presos por un polizonte. Yo, no; cuando he sentido ganas de gritar, he gritado. Jamás me ha detenido el decoro. Y ésta es una de las cosas que menos me perdonan estos mis compañeros de pluma, tan comedidos, tan correctos, tan disciplinados hasta cuando predican la incorrección y la indisciplina. Los anarquistas literarios se cuidan, más que de otra cosa, de la estilística y de la sintaxis. Y cuando desentonan lo hacen entonadamente; sus desacordes tiran a ser armónicos.

Cuando he sentido un dolor, he gritado, y he gritado en público. Los salmos que figuran en mi volumen de Poesías no son más que gritos del corazón, con los cuales he buscado hacer vibrar las cuerdas dolorosas de los corazones de los demás. Si no tienen esas cuerdas, o si las tienen tan rígidas que no vibran, mi grito no resonará en ellas, y declararán que eso no es poesía, poniéndose a examinarlo acústicamente. También se puede estudiar acústicamente el grito que lanza un hombre cuando ve caer muerto de repente a su hijo, y el que no tenga ni corazón ni hijos, se queda en eso.

Esos salmos de mis Poesías, con otras varias composiciones que allí hay, son mi religión, y mi religión cantada, y no expuesta lógica y razonadamente. Y la canto, mejor o peor, con la voz y el oído que Dios me ha dado, porque no la puedo razonar. Y el que vea raciocinios y lógica, y método y exégesis, más que vida, en esos mis versos porque no hay en ellos faunos, dríades, silvanos, nenúfares, "absintios" (o sea ajenjos), ojos glaucos y otras garambainas más o menos modernistas, allá se quede con lo suyo, que no voy a tocarle el corazón con arcos de violín ni con martillo.

De lo que huyo, repito, como de la peste, es de que me clasifiquen, y quiero morirme oyendo preguntar de mí a los holgazanes de espíritu que se paren alguna vez a oírme: "Y este señor, ¿qué es?" Los liberales o progresistas tontos me tendrán por reaccionario y acaso por místico, sin saber, por supuesto, lo que esto quiere decir, y los conservadores y reaccionarios tontos me tendrán por una especie de anarquista espiritual, y unos y otros, por un pobre señor afanoso de singularizarse y de pasar por original y cuya cabeza es una olla de grillos. Pero nadie debe cuidarse de lo que piensen de él los tontos, sean progresistas o conservadores, liberales o reaccionarios.

Y como el hombre es terco y no suele querer enterarse y acostumbra después que se le ha sermoneado cuatro horas a volver a las andadas, los preguntones, si leen esto, volverán a preguntarme: "Bueno; pero ¿qué soluciones traes?" Y yo, para concluir, les diré que si quieren soluciones, acudan a la tienda de enfrente, porque en la mía no se vende semejante artículo. Mi empeño ha sido, es y será que los que me lean, piensen y mediten en las cosas fundamentales, y no ha sido nunca el de darles pensamientos hechos. Yo he buscado siempre agitar, y, a lo sumo, sugerir, más que instruir. Si yo vendo pan, no es pan, sino levadura o fermento.

Hay amigos, y buenos amigos, que me aconsejan me deje de esta labor y me recoja a hacer lo que llaman una obra objetiva, algo que sea, dicen, definitivo, algo de construcción, algo duradero. Quieren decir algo dogmático. Me declaro incapaz de ello y reclamo mi libertad, mi santa libertad, hasta la de contradecirme, si llega el caso. Yo no sé si algo de lo que he hecho o de lo que haga en lo sucesivo habrá de quedar por años o por siglos después que me muera; pero se que si se da un golpe en el mar sin orillas las ondas en derredor van sin cesar, aunque debilitándose. Agitar es algo. Si merced a esa agitación viene detrás otro que haga algo duradero, en ello durará mi obra.
Es obra de misericordia suprema despertar al dormido y sacudir al parado, y es obra de suprema piedad religiosa buscar la verdad en todo y descubrir dondequiera el dolo, la necedad y la inepcia.
Ya sabe, pues, mi buen amigo el chileno lo que tiene que contestar a quien le pregunte cuál es mi religión. Ahora bien; si es uno de esos mentecatos que creen que guardo ojeriza a un pueblo o una patria cuando le he cantado las verdades a alguno de sus hijos irreflexivos, lo mejor que puede hacer es no contestarles.

Salamanca, 6 de noviembre de 1907.
Mi religión y otros ensayos, 1910.

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miércoles, 2 de enero de 2008

Tablitas del Señor - Temas variados

La pared
La pared,
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El fundamento de nuestras vidas
Serafín Alarcón

Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca.
Mateo 7.24

Por la naturaleza de mi trabajo he caminado por tantas comunidades y esto a su vez me ha permitido ver algunos contrastes que existen en nuestra sociedad. Digo, uno pensaría que a estas alturas Puerto Rico no tendría comunidades sin alcantarillado, sin aceras, o con calles aun de polvo y piedra. Si, aun las hay, y muchas. Muchas de estas están levantadas en zonas inundables o a las orillas de ríos. Casitas hechas por retablos, casitas de madera mal construidas, deterioradas y casi siempre con construcciones incompletas. Por otro lado, he visitado un sin numero de urbanizaciones que su electricidad es soterrada, que tienen servicio de cable, satélite, control de acceso etc. Casas, que para hacerte escuchar y que te contesten casi dependes de un milagro. Dos Países en uno…

Sin embargo he notado un denominador común en ambas comunidades, uno que no se me escapa de la mente cuando reflexiono después de haber caminado varias horas. Vació. Si, he visto que en todas las clases sociales se sufre de esta misma enfermedad que cada día parece estarse convirtiendo en una epidemia. Vacio, animosidad y desconsuelo.

En el evangelio de Mateo, Cristo nos relata sobre dos hombres que construyeron sus casas sobre diferentes fundamentos. Cuando las tormentas y los vientos vinieron, la casa sobre la roca se mantuvo firme. La otra, sobre la arena, fue fácil presa de la corriente.
En este relato, El Señor hablaba en sentido figurado, dibujaba como los seres humanos construimos los fundamentos para nuestras vidas. El hombre que pone su vista en las cosas de arriba, en las de carácter eterno sin duda levanta su existencia sobre una base mas firme y duradera. Mientras aquel que solo vive el presente y con la mirada puesta en lo material, tarde o temprano será derribado por la misma insensibilidad del sistema. Una vida espiritualmente hipotecada, vacía; tenga una casa grande o pequeña.

Escuchar, leer y sobre todo vivir la Palabra es el primer paso para edificar sobre una base firme y segura. Entablar una comunicación diaria, una relación con Dios como cuando lo hacemos con un amigo traerá eventualmente bendiciones ilimitadas al alma. Si, seguro habrá paz en nuestra casa aunque el piso sea de paja o de madera.
No seamos vulnerables a cualquier capricho del destino y prestemos atención a las señales que el Señor nos envía. Cristo usa mil formas diariamente invitándonos a vivir en comunión con Él. El Espíritu Santo de Dios, una y otra vez nos insta a que usemos de su sabiduría para vivir vidas que trasciendan. Y la verdad es que… La mayoría del tiempo miramos para el otro lado, dejando para mañana un asunto tan importante como lo es la paz y la eternidad.

Peor aun, si perseveramos en una iglesia y las enseñanzas de la Biblia entran por un oído y salen por otro, nada se ha logrado y sin duda el final será... Prefiero ni decirlo. Jesucristo nos invita a edificar y ha lenvantar nuestras vidas sobre el fundamento sólido de la roca, sobre El mismo. Nos insta, no sólo a ser oidores sino hacedores de su Palabra. Dios desea tener una relación de amor con cada uno de nosotros, eso por su sacrificio en la cruz quedo garantizado. Cuando edificamos nuestras vidas sobre esa base; Cristo, estaremos cada segundo y en cada hora de prueba seguros de triunfar.
Confiemos solo en Él y en su providencial auxilio.

Te pregunto; ¿Hoy has leído su Palabra? ¿Oraste? Medita y reflexiona…

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Nuevas fuerzas del Señor
Serafín Alarcón

Isaías 40:31
Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.

Una de esas mañanas en donde uno se levanta saturado debido a asuntos triviales me paso lo inesperado. Me levante, fui al baño y me eché agua en el rostro. Allí mirándome recordé que no había conversado con el Padre, recordé que ni siquiera me había encomendado a Dios. Un momento tan especial, uno de tan sublime impacto lo había cambiado por el afán, por pensar en los problemas. Entonces recordé esas personas que viven tragedias y limitaciones mayores que las mías y no son rehenes del afanan y del temor. Sin duda Dios me estaba hablando sobre mi autocompasión y mi egoísmo...
Gente que se regocija aun en la adversidad y sin embargo yo... - Dios. ¿Por qué aun, bendecido con salud, familia, amistades, un ministerio y más posesiones de las que necesito, me siento afanado? Oré, me puse de rodillas y pedí perdón. En ese ejercicio hallé gozo, en ese tiempo Dios me dio un nuevo corazón y una perspectiva distinta. Recibí eso que no se puede comprar con riqueza, poder o prestigio. Recibí su consuelo, su amor y gracia. Nuevamente incliné mi cabeza para agradecer tanto amor inmerecido. Regresé al baño para echar un ultimo vistazo y en esta ocasión había una luz distinta, estaba en mí la fuerza de la fe. Indudablemente estaban operando en mí las nuevas fuerzas del Señor.

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Las palabras pueden matar
Serafín Alarcón

Las palabras matan de muchas maneras, estas a veces inician un movimiento en cadena que en la mayoría de los casos termina todo en tragedia y desastre.
En ocasiones la cicuta que destilan no solo toca al que fue enviada, sino también a alguien inocente. Otras veces estas casi siempre regresan a su punto de origen como un bumerang decapitando al que las envió... Las palabras mal sanas, llenas de odio y rabia por cualquier ruta viajan. Las palabras pueden matar, pueden conducirnos a acciones malvadas y homicidas aun sin habernos propuesto a eso. Su impacto puede durar hasta generaciones y durar largo tiempo encubadas en los corazones como si fueran un cáncer que carcome el alma.

Alguien una vez dijo: Las palabras no matan...

Piensa nuevamente antes de hablar... Algunas puede que sí...

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El perdón
Serafín Alarcón

Perdonar requiere de nosotros extirpar del corazón todos los pesares y pensamientos nocivos que guardamos hacia otras personas. El rencor, el deseo de venganza y el odio deben morir cuando ejercitamos el alma con el perdón genuino. Quiero decir, perdonar es como cuando sana una herida... Al principio su dolor es agudo, su herida abierta nos desangra toda nuestra fe. Mas, una vez ha cicatrizado se hace más fácil la total recuperación. El perdón es la medicina, es el antídoto para cualquier enfermedad del alma. En verdad cuando perdonamos se sanan todas las heridas.

Por supuesto, la cura y la rapidez con que se efectúa dependerá de nosotros... Nuestra disposición a ser sanados sin duda ayudara en el proceso. Así también lo quiere Dios... Él desea que nuestro perdón no se dilate, ni se tome mucho tiempo. No, Cristo desea que perdonemos al prójimo igual que él hace con nosotros. Desde ese preciso momento en donde genuinamente nos decidimos a perdonar se hace vigente y efectiva la sanción. Recordemos el caso de José en el Antiguo Testamento. Le tomo algún tiempo en perdonar a sus hermanos y ese proceso no fue cómodo y agradable. Literalmente le parió del alma aquel grito de perdón cuando ya no pudo más. Es menester, desde el primer momento de la ofensa: «Estoy dispuesto a perdonar, aunque me tome algún tiempo».

El perdón no depende necesariamente de la actitud del que nos ofende. Quiero decir, no debemos esperar que se solicite el perdón para entonces otorgarlo. Es deber nuestro darlo sin esperar nada a cambio, ese es el genuino perdón. Puedo perdonar sin hacer demasiado ruido y sin pompas, en lo intimo del corazón, secretamente y sin que la otra parte se entere. Como olvidar las palabras del maestro cuando desde la cruz susurró: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen...

La aspiración de todo buen hijo de Dios ante la ofensa, sin duda es el perdón. Para cualquier reconciliación es cosa obligada, para que haya sanación igual. La cicuta debe ser contrarrestada con una buena dosis de amor y de perdón. El cáncer ha de ser extirpado solo por las dulces manos de Cristo viviendo y reinando en nuestros corazones. En la mayoría de los casos volver al mismo nivel de confianza después de una falta grave es difícil, lo se por experiencia, pero ese no debe ser nuestro fin. El fin debe ser la paz del alma y el espíritu.

Así ocurre, por ejemplo, en algunos casos de divorcio. Jesús no nos pide que seamos masoquistas restaurando relaciones imposibles, solo desea que seamos restaurados y el perdón es requisito obligado. Eso sí, Dios exige de nosotros que amenos aun a nuestros enemigos... ¿Será posible? Para la mente humana no. Pero, para el hombre o la mujer de Dios no. El perdón, como el amor no son otra cosa que un fruto del espíritu. Dios lo pone en nuestros corazones, Él nos exhorta a dejarnos guiar por él en ese maravilloso viaje.

Romanos 12:9-21dice:
9 El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno.
10 Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.
11 En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor;
12 gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración;
13 compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.
14 Bendecid a los que os persiguen;(C) bendecid, y no maldigáis.
15 Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran.
16 Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.(D)
17 No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres.
18 Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.
19 No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.
20 Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza.
21 No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.

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