miércoles, 2 de enero de 2008

Tablitas del Señor - Temas variados

La pared
La pared,
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El fundamento de nuestras vidas
Serafín Alarcón

Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca.
Mateo 7.24

Por la naturaleza de mi trabajo he caminado por tantas comunidades y esto a su vez me ha permitido ver algunos contrastes que existen en nuestra sociedad. Digo, uno pensaría que a estas alturas Puerto Rico no tendría comunidades sin alcantarillado, sin aceras, o con calles aun de polvo y piedra. Si, aun las hay, y muchas. Muchas de estas están levantadas en zonas inundables o a las orillas de ríos. Casitas hechas por retablos, casitas de madera mal construidas, deterioradas y casi siempre con construcciones incompletas. Por otro lado, he visitado un sin numero de urbanizaciones que su electricidad es soterrada, que tienen servicio de cable, satélite, control de acceso etc. Casas, que para hacerte escuchar y que te contesten casi dependes de un milagro. Dos Países en uno…

Sin embargo he notado un denominador común en ambas comunidades, uno que no se me escapa de la mente cuando reflexiono después de haber caminado varias horas. Vació. Si, he visto que en todas las clases sociales se sufre de esta misma enfermedad que cada día parece estarse convirtiendo en una epidemia. Vacio, animosidad y desconsuelo.

En el evangelio de Mateo, Cristo nos relata sobre dos hombres que construyeron sus casas sobre diferentes fundamentos. Cuando las tormentas y los vientos vinieron, la casa sobre la roca se mantuvo firme. La otra, sobre la arena, fue fácil presa de la corriente.
En este relato, El Señor hablaba en sentido figurado, dibujaba como los seres humanos construimos los fundamentos para nuestras vidas. El hombre que pone su vista en las cosas de arriba, en las de carácter eterno sin duda levanta su existencia sobre una base mas firme y duradera. Mientras aquel que solo vive el presente y con la mirada puesta en lo material, tarde o temprano será derribado por la misma insensibilidad del sistema. Una vida espiritualmente hipotecada, vacía; tenga una casa grande o pequeña.

Escuchar, leer y sobre todo vivir la Palabra es el primer paso para edificar sobre una base firme y segura. Entablar una comunicación diaria, una relación con Dios como cuando lo hacemos con un amigo traerá eventualmente bendiciones ilimitadas al alma. Si, seguro habrá paz en nuestra casa aunque el piso sea de paja o de madera.
No seamos vulnerables a cualquier capricho del destino y prestemos atención a las señales que el Señor nos envía. Cristo usa mil formas diariamente invitándonos a vivir en comunión con Él. El Espíritu Santo de Dios, una y otra vez nos insta a que usemos de su sabiduría para vivir vidas que trasciendan. Y la verdad es que… La mayoría del tiempo miramos para el otro lado, dejando para mañana un asunto tan importante como lo es la paz y la eternidad.

Peor aun, si perseveramos en una iglesia y las enseñanzas de la Biblia entran por un oído y salen por otro, nada se ha logrado y sin duda el final será... Prefiero ni decirlo. Jesucristo nos invita a edificar y ha lenvantar nuestras vidas sobre el fundamento sólido de la roca, sobre El mismo. Nos insta, no sólo a ser oidores sino hacedores de su Palabra. Dios desea tener una relación de amor con cada uno de nosotros, eso por su sacrificio en la cruz quedo garantizado. Cuando edificamos nuestras vidas sobre esa base; Cristo, estaremos cada segundo y en cada hora de prueba seguros de triunfar.
Confiemos solo en Él y en su providencial auxilio.

Te pregunto; ¿Hoy has leído su Palabra? ¿Oraste? Medita y reflexiona…

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Nuevas fuerzas del Señor
Serafín Alarcón

Isaías 40:31
Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.

Una de esas mañanas en donde uno se levanta saturado debido a asuntos triviales me paso lo inesperado. Me levante, fui al baño y me eché agua en el rostro. Allí mirándome recordé que no había conversado con el Padre, recordé que ni siquiera me había encomendado a Dios. Un momento tan especial, uno de tan sublime impacto lo había cambiado por el afán, por pensar en los problemas. Entonces recordé esas personas que viven tragedias y limitaciones mayores que las mías y no son rehenes del afanan y del temor. Sin duda Dios me estaba hablando sobre mi autocompasión y mi egoísmo...
Gente que se regocija aun en la adversidad y sin embargo yo... - Dios. ¿Por qué aun, bendecido con salud, familia, amistades, un ministerio y más posesiones de las que necesito, me siento afanado? Oré, me puse de rodillas y pedí perdón. En ese ejercicio hallé gozo, en ese tiempo Dios me dio un nuevo corazón y una perspectiva distinta. Recibí eso que no se puede comprar con riqueza, poder o prestigio. Recibí su consuelo, su amor y gracia. Nuevamente incliné mi cabeza para agradecer tanto amor inmerecido. Regresé al baño para echar un ultimo vistazo y en esta ocasión había una luz distinta, estaba en mí la fuerza de la fe. Indudablemente estaban operando en mí las nuevas fuerzas del Señor.

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Las palabras pueden matar
Serafín Alarcón

Las palabras matan de muchas maneras, estas a veces inician un movimiento en cadena que en la mayoría de los casos termina todo en tragedia y desastre.
En ocasiones la cicuta que destilan no solo toca al que fue enviada, sino también a alguien inocente. Otras veces estas casi siempre regresan a su punto de origen como un bumerang decapitando al que las envió... Las palabras mal sanas, llenas de odio y rabia por cualquier ruta viajan. Las palabras pueden matar, pueden conducirnos a acciones malvadas y homicidas aun sin habernos propuesto a eso. Su impacto puede durar hasta generaciones y durar largo tiempo encubadas en los corazones como si fueran un cáncer que carcome el alma.

Alguien una vez dijo: Las palabras no matan...

Piensa nuevamente antes de hablar... Algunas puede que sí...

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El perdón
Serafín Alarcón

Perdonar requiere de nosotros extirpar del corazón todos los pesares y pensamientos nocivos que guardamos hacia otras personas. El rencor, el deseo de venganza y el odio deben morir cuando ejercitamos el alma con el perdón genuino. Quiero decir, perdonar es como cuando sana una herida... Al principio su dolor es agudo, su herida abierta nos desangra toda nuestra fe. Mas, una vez ha cicatrizado se hace más fácil la total recuperación. El perdón es la medicina, es el antídoto para cualquier enfermedad del alma. En verdad cuando perdonamos se sanan todas las heridas.

Por supuesto, la cura y la rapidez con que se efectúa dependerá de nosotros... Nuestra disposición a ser sanados sin duda ayudara en el proceso. Así también lo quiere Dios... Él desea que nuestro perdón no se dilate, ni se tome mucho tiempo. No, Cristo desea que perdonemos al prójimo igual que él hace con nosotros. Desde ese preciso momento en donde genuinamente nos decidimos a perdonar se hace vigente y efectiva la sanción. Recordemos el caso de José en el Antiguo Testamento. Le tomo algún tiempo en perdonar a sus hermanos y ese proceso no fue cómodo y agradable. Literalmente le parió del alma aquel grito de perdón cuando ya no pudo más. Es menester, desde el primer momento de la ofensa: «Estoy dispuesto a perdonar, aunque me tome algún tiempo».

El perdón no depende necesariamente de la actitud del que nos ofende. Quiero decir, no debemos esperar que se solicite el perdón para entonces otorgarlo. Es deber nuestro darlo sin esperar nada a cambio, ese es el genuino perdón. Puedo perdonar sin hacer demasiado ruido y sin pompas, en lo intimo del corazón, secretamente y sin que la otra parte se entere. Como olvidar las palabras del maestro cuando desde la cruz susurró: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen...

La aspiración de todo buen hijo de Dios ante la ofensa, sin duda es el perdón. Para cualquier reconciliación es cosa obligada, para que haya sanación igual. La cicuta debe ser contrarrestada con una buena dosis de amor y de perdón. El cáncer ha de ser extirpado solo por las dulces manos de Cristo viviendo y reinando en nuestros corazones. En la mayoría de los casos volver al mismo nivel de confianza después de una falta grave es difícil, lo se por experiencia, pero ese no debe ser nuestro fin. El fin debe ser la paz del alma y el espíritu.

Así ocurre, por ejemplo, en algunos casos de divorcio. Jesús no nos pide que seamos masoquistas restaurando relaciones imposibles, solo desea que seamos restaurados y el perdón es requisito obligado. Eso sí, Dios exige de nosotros que amenos aun a nuestros enemigos... ¿Será posible? Para la mente humana no. Pero, para el hombre o la mujer de Dios no. El perdón, como el amor no son otra cosa que un fruto del espíritu. Dios lo pone en nuestros corazones, Él nos exhorta a dejarnos guiar por él en ese maravilloso viaje.

Romanos 12:9-21dice:
9 El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno.
10 Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.
11 En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor;
12 gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración;
13 compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.
14 Bendecid a los que os persiguen;(C) bendecid, y no maldigáis.
15 Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran.
16 Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.(D)
17 No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres.
18 Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.
19 No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.
20 Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza.
21 No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.

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