jueves, 17 de enero de 2008

Melancolia politica

Melancolia politica
Melancolia politica,
originally uploaded by tablitas1.

Una epidemia milenaria...
Serafín Alarcón


Hay una enfermedad, una epidemia de nuestros días que no recibe la atención que debería... No es considerada como un problema de salud publica y sin embargo día tras día va añadiendo a sus estadísticas personas infectadas. ¿Su nombre? El Odio. Y bueno, no existen investigaciones sanitarias sobre la prevención de esta, no existe un diagnostico certero... Su tratamiento hasta el momento sin duda ha sido pobre. Cuando uno prende la radio se expone a ser contaminado. Si prendes el televisor igual. Si lees el periódico, una publicación en la Web, ni hablar. Gente que respira y suda odio y rencor... Indigestadas por tantas raíces de amargura y por tanto vació existencial van por la vida tratando de contagiar a otros con sus palabras, gestos y miradas. Si echamos un vistazo a los medios de comunicación, comprobamos que el odio o, más bien, las consecuencias del mismo, nutren un gran número de sus noticias. Si miramos con detenimiento lo que algunas personas hablan o de lo que hablan descubriremos fácilmente cuales son las inclinaciones de su alma... Odio por doquier, rencor a toda cuesta. Pequeñas bombas contaminando los aires con sus palabras llenas de arrogancia y desdén. Hermanos, el odio es una enfermedad social que afecta la salud mental y espiritual de un país.


El sujeto que odia persigue y si lo dejan se persigue... Este no se conforma con ser infeliz hasta que no muerde a alguien en el día. Su pensamiento y sus acciones van solamente dirigidas a no comer y tampoco dejar comer a otros. Todo lo ensucia con sus epítetos, todo lo mancha con el estupo que a continuo sale de su boca. Estas personas con sus pensamientos y acciones destruyen como ciclones todo lo que encuentran a su paso. Generan discordia y la controversia es su mejor entretenimiento. Al proyectar su odio, lo que suele generar es un doble problema de salud: en el mismo y en la persona odiada.
Esta terrible enfermedad orientada solo a la destrucción; incluye la mentira, el rencor, violencia, lascivia, borracheras, abuso de drogas, depresión, baja autoestima, inseguridad, temor, insatisfacción, envidia y auto destrucción como parte de su cuadro patológico. Para este el insulto es valido, la insensibilidad es cotidiana. Usa la mentira para ganar adeptos y justificar pensamientos y acciones violentas y mal sanas. Hay personas que odiar son lo que mejor saben hacer y en su práctica agudizan su condición al punto de convertirse en un vicio aun peor que la heroína.


El odio es un cáncer, un sentimiento irracional encubado en un sujeto excesivamente poseído y convencido por su razón y su visión egocéntrica de las cosas y el mundo que le rodea. Esta enfermedad ha producido sujetos como: Stalin, Hitler, Musolini, Franco, ¿y por que no? George Bush...
Personajes como estos siempre están a la defensiva y cuando reciben amor suelen responder desesperados y resuelven con traición. En ellos se generan volcanes violentos y por lo tanto, tiene que ser abordado este tema con seriedad y sin duda todos debemos poner atención cuando las señales sean detectadas.

El Odio es un problema de salud. Si, lo es... Y como cualquier problema de salud pública estamos obligados a hacer nuestra parte, es nuestra responsabilidad como ciudadanos no fomentar la discusión febril y fronteriza. Hagamos planteamientos inteligentes y respetuosos y obviemos el insulto y la diatriba de aquellos que lamentablemente hayan sido infectados.
Hay que buscar estrategias de prevención. Estas deben enfocarse en descubrir las causas del malestar que genera el odio, supongo que los psicólogos, los sacerdotes, pastores, maestros, profesores, jueces, policías, médicos, enfermeras, gente que provee servicios, comunicadores, usted y yo podríamos ayudar en algo. En fin, hagamos nuestra parte para luchar contra esta epidemia que persigue el corazón de la humanidad desde tiempos milenarios, rompamos hoy por fin con esa predisposición al egoísmo y la insensibilidad hacia el prójimo. Pongamos nuestras vidas en las manos de aquel que un día dio su vida por amor perdonando todos aquellos que le odiaban. Jesucristo es su nombre.


Lucas 23:34
Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.


Tablitas del Señor
www.youtube.com/watch?v=f13WvHdFWBk
www.tablitas.9f.com
www.youtube.com/ta1blitas
www.flickr.com/people/tablitas1

--------------------------------------------------------------------

Un verdadero encuentro con Jesús

Serafín Alarcón

Lucas 5:12-15

Jesús sana a un leproso

12 Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, el cual, viendo a Jesús, se postró con el rostro en tierra y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
13 Entonces, extendiendo él la mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante la lepra se fue de él.
14 Y él le mandó que no lo dijese a nadie; si no ve, le dijo, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación, según mandó Moisés, para testimonio a ellos.
15 Pero su fama se extendía más y más; y se reunía mucha gente para oírle, y para que les sanase de sus enfermedades.


Un encuentro con Jesús provoca una crisis, hace que brote de nuestros corazones el obligado reconocimiento de nuestra triste condición de pecado y necesidad de reconciliación. Las personas existimos entre dos extremos vivénciales, entre la duda y la fe. Y claro, cuando la fe esta en todo su esplendor nuestra vida sin duda arroja piedrecillas como la que uso David cuando derribo el gigante. Mas, hay otras circunstancias en donde la duda gobierna hasta nuestra voluntad para levantarnos de una cama. Digo, ¿Qué buena pieza de oro no ha sido pasada por fuego antes? No podemos proclamar fe genuina sin saber cual es el sabor de una prueba. En esta historia Jesús tiene un encuentro con un hombre intocable... Casi sin tomar otra consideración Jesús responde al llamado de aquel leproso y atiende su suplica; -Señor, si quieres, puedes limpiarme... Sin preocuparse de ser contaminado pasa a tocar y bendecir aquel hombre esclavo de tan terrible enfermedad.


Jesús acostumbra llegar a nuestras vidas así, sin que nos demos cuenta. En un abrir y cerrar de ojos había sido liberado de tantos años de desprecio, dolor, y miseria. ¿Quién no recuerda al ciego Bartimeo? En esta ocasión es Jesús quien hace la pregunta: ¿Qué quieres que te haga? Y bueno, sea que pregunte o que nos adelantemos Cristo nunca impone su voluntad para bendecirnos, solo busca que sea saciada nuestra sed existencial. Hay que saber pedir como para saber dar... El leproso dio su corazón cuando puso su rostro en tierra, cuando se humillo y no temió de rogar públicamente. Un verdadero encuentro con Cristo nos desnuda, uno genuino nos limpiara de toda huella del pasado. De alguna manera, Jesús pone en nuestros corazones esa necesidad de tener que admitir aun nuestra lepra espiritual. ¿Es nuestra vida todo lo que debe ser? ¿Qué Dios desea hacer con nosotros? ¿Habrá una oportunidad para ser libre en verdad? El leproso no tuvo problemas para ser sanado, no dudaba que en Jesús había el suficiente poder para ser libre. En ocasiones se han levantado en nuestras mentes altas paredes de amargura, tan altas de escalar que cuando decidimos hacerlo es demasiado para la vista...
Sin embargo, cuando nuestro encuentro con Cristo es real y verdadero nuestra fe no mengua, ni se hace presa de la desilusión. No, la prueba hace de nosotros una persona aun más convencida de que Dios actuara en su momento y no según nuestro capricho inmediato por más doloroso que nos sea. El Señor demanda de nosotros una sola cosa; Fe. Demanda confianza tal que nos revele y nos obligue admitir nuestra insuficiencia.

¿Cuántos años habría estado esperando aquel leproso? Y nosotros nos quejamos porque no salieron las cosas como habíamos esperado, aun habiendo orado... ¿Tiene Dios que sujetarse a nuestro tiempo? ¿ Sabemos porque permite una enfermedad o alguna limitación? ¿Quiénes somos para reprocharle? Amados, es en esa triste encrucijada cuando entramos en confrontación con Dios. Comienza el principio de una segura caída. Por nuestras fuerzas decidimos quitarnos la prueba como cuando uno se desprende de una camisa o un pantalón. Si, como si fuese así de fácil... Cambiamos el dolor inmediato y lo usamos como excusa para convertirnos en seres amargados, tristes y sobre todo insensibles. Esa confrontación entre nuestro reloj, entre nuestra voluntad y la de Él nos pone constantemente a la defensiva. Y olvidamos pues, que somos pecadores, nuestro espacio inmediato nos delata y sin embargo... Hermanos, no se trata de subestimar nuestros talentos y mucho menos de sobreestimarlos. Somos seres inteligentes y también espirituales aunque no nos guste admitirlo.



Un verdadero encuentro con Jesús también nos compromete a proclamarlo. Observemos que una vez el leproso es sanado, Jesús le pide que solo vaya al sacerdote, que no se lo diga a nadie. Mas, el resultado final fue que cada día mas gente sabía de Él. Reconozcamos nuestra condición, dejemos que Cristo nos limpie de toda lepra, para él no hay imposible. El temor y la duda deben hoy por fin desaparecer y no temamos en anunciar a otros lo que Jesucristo ha hecho en nuestras vidas. Un verdadero encuentro con Cristo implica que habrá renuncia de nuestro orgullo, de nuestras viejas formas de ver y de interpretar la vida. Pidamos que nos revele cual es su voluntad, que nos dé la inteligencia espiritual para enfrentar aun las pruebas del porvenir. Que el temor desaparezca y que por fin hallemos libertad en su mirada. Hoy Dios nos invita a reconsiderar lo que hemos hecho hasta hoy. A aceptar su consejo oportuno. ¿Sabes cuantos intentos hace a diario para que igual que aquel leproso de dos mil años atrás, recibas por fin la sanidad?

Acepta su invitación, dile también; Señor, si quieres, puedes limpiarme.

Tablitas del Señor
www.youtube.com/watch?v=Ik2kFHP0L_Q
www.youtube.com/ta1blitas
www.tablitas.9f.com
www.flickr.com/people/tablitas1

No hay comentarios: