jueves, 28 de febrero de 2008

Tablitas del Señor - Reflexiones - Serafin Alarcon



*Abundante bendición*

Si usted pregunta, ¿Cuál es la clave más importante para la PAZ personal? Yo tendría que decir que es evitar las muchas preocupaciones y el no vivir de espaldas a la voluntad de DIOS.

Pero, ¿cómo podemos evitar preocuparnos cuando nuestras vidas son tan inciertas, y tan llenas de problemas y necesidades? Sometiéndonos y humillándonos; así de sencillo amados.

Evitar y huir del sufrimiento en sí mismo acarrea aún más ansiedad y dolor. La Biblia está llena de ejemplos de personas como David, Moisés, José y Jesús. Personas que tuvieron que enfrentar el dolor y las pruebas con mucha fe y valor. En ellos un sometimiento, una disposición y entrega que solo Dios en el corazón de un hombre puede lograr. En lugar de ser consumidos por la ansiedad y las preocupaciones, en CRISTO somos privilegiados de disfrutar de su amor por nosotros. Nuestro objetivo debe ser servir primero a DIOS y luego nuestro prójimo. Que DIOS se glorifique en cada palabra que decimos, en cada gesto y acto.

Reconozco que cuando tomo los asuntos con mis propias fuerzas seguro tendré variedad de angustias y afanes. Esa forma de vivir trae una carga que nos hunde y nos hurta noches de descanso. Si tenemos fe, a su debido tiempo el Señor derramará abundante bendición de PAZ y GOZO a nuestras vidas.

 1Pedro 5: 6-7 - Humillaos bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte a su debido tiempo, echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque Él tiene cuidado de vosotros.
































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*Descansando de todos mis afanes*

Hebreos 12.15 - Mirad bien, para que ninguno deje de alcanzar la gracia de Dios, y para que no brote ninguna raíz de amargura que os perturbe y contamine a muchos.

Un día más de vida, una nueva oportunidad para dar gracias a Dios por la maravillosa experiencia de estar vivo. Esta mañana visité el barrio EL COCO de SALINAS. La caminata fue muy buena y a pesar de que el sol estaba en todo su apogeo pude andar por espacio de dos horas. Recuerdo una conversación que tuve con una mujer que me confiaba su dolor ante una injusticia sufrida en su trabajo. Me dijo que después de muchos años de servicio la habían puesto bajo la supervisión de una persona que ni siquiera tenia un año con la empresa. Esta hermana se veía muy afectada y sin duda una raíz de amargura en su corazón había brotado.

Amados, la amargura está a un corto paso de convertirse en odio. Sí, la amargura puede obrar de esa forma, nos consume como un espino silvestre consume un jardín. Y bueno, si no es tratada a tiempo, crece con tal fuerza que logra marchitar el fruto del Espíritu Santo en nuestras vidas. Es por eso que en todo momento debemos velar y procurar removerla por completo o si no seguro brotará nuevamente. Mientras ella se desahogaba le pedí al Señor me diese Palabra para de alguna forma poderle ayudar. Fue entonces cuando recordé el pasaje en Hebreos antes citado. Y es cierto, la amargura hiere a quien la lleva, más que a la persona a quien se le dirige. Una raíz de amargura roba el gozo del creyente y si la dejamos rompe hasta nuestra comunión con Dios. Nada como el perdón, esa es la mejor medicina para un corazón herido.

En la tarde caminé una urbanización del pueblo de COAMO. Allí fui privilegiado por el cariño de muchos hermanos que me recordaban de otras ocasiones. Mientras caminaba me topé con un joven ex convicto y que caminaba también la comunidad vendiendo dulces para la institución de desvío a la que pertenecía (Hogares Crea). Me dijo: -Mire hermano, Dios conoce que puedo ser esclavo de mis pensamientos, y estar ciego a la tentación; Por eso yo velo todo el tiempo…

Recuerdan cuando el Señor le exhortaba a sus discípulos a que velasen. Jesucristo desea estar en comunión con nosotros siempre. El Señor desea acompañarnos en cada uno de los desafíos de la vida, desde las cosas más simples hasta los valles de sombra de muerte. Quizás no siempre hemos de caminar por un terreno seco en medio del océano, ni veamos el pan cayendo del cielo, pero sé que Jesús no me dejará cualquiera sea mi situación si procuro estar en plena comunión con Él.
Por eso, hoy más que nunca estoy convencido que la vida es buena a pesar de las tribulaciones, que no hay nada mejor para el ser humano que un encuentro real con Dios. No exagero, en Cristo hay paz. En la quietud de mi comunión silenciosa con Él he aprendido a descansar de todos mis afanes.

Serafín Alarcón Carrasquillo - Diario de un Caminante

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