Serafín Alarcón
Un hombre había decidido terminar con su vida... Miraba desde el balcón de su lujoso apartamento en el piso cien.
-Hoy voy a terminar con todo – Se decía.
-Una, dos y tres...
Bajaba estrepitosamente en caída libre y la sensación de vuelo era insuperable, jamás se había sentido tan veloz, tan audaz... Su cuerpo se había convertido por vez primera en un proyectil, en una maquina imparable... Cuando faltaban veinte pisos para aterrizar alguien le grito: -¿Cómo se ve todo?
-Hasta ahora esta estupendo... ¡Splash!...
Fue su ultima expresión, fue su ultima impresión. Si, el resto de la historia usted lo puede imaginar... Y digo, ¿De qué sirve un avión si no tiene alas? ¿O un barco con un agujero? ¿De que sirve la vida si no tiene un propósito trascendental, uno mayor del que mis ojos carnales logran ver?
Hay gente que vive pensando como el hombre de la historia que acabo de contar. Si, gente que solo vive en un vuelo emocionante, audaz y veloz... Un vuelo y una vida centrada en el ahora, una vida cuyo objetivo no es mas que la auto gratificación, particular tesis del presente y el hoy como forma de vida. Egos demasiado inflados y contaminados por tanto embeleco, humanista, filosófico y esotérico. Gente sin fe, sin otra esperanza que la humana... Humanas concepciones, ninguna de origen divino, sublime y sobre todo veraz.
Tal vez todo se vea estupendo hasta ahora, pero no olvidemos, puede que solo falten veinte pisos nada mas para el final...
Sal 53: 1
1 Dice el necio en su corazón: No hay Dios.
Se han corrompido, e hicieron abominable maldad;
No hay quien haga bien.
Tablitas del Señor
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